Cómo empezar a tocar handpan en la calle (parte 1)

Queridos amigos del handpan,
Hoy me gustaría compartirles un poco sobre mi experiencia como músico callejero. Desde las primeras horas que pasé con mi handpan, lo tuve claro: quería compartir este instrumento con otras personas. No solo el sonido, sino también su apariencia y todo el efecto del handpan me causaron una sensación tan atractiva y mística que no tardé mucho en atreverme a tocarlo delante de otros.
La primera vez en la calle
La primera vez que me senté con una amiga en una pequeña zona peatonal de Berlín Schöneberg frente a un café, en ese momento ya le estaba muy agradecida por el impulso de sentarse conmigo en la calle, porque sola probablemente habrían pasado algunas semanas o meses más hasta que me hubiera atrevido a hacerlo.
Y desde ese momento fue amor a primera vista. Me levanté, desayuné y me fui a sentarme en la calle a tocar para la gente todo el día. Continué así durante meses, si mal no recuerdo, incluso algunos años.
Enfrentando lo desconocido y superando tu miedo
Lo que hace que tocar en la calle sea tan especial para mí es que me da una increíble sensación de libertad y conexión. No solo con mi entorno, sino sobre todo conmigo misma. Ningún lugar ni actividad me ha reflejado con tanta claridad y claridad como tocar música en la calle. Al principio, me enfrenté a constantes miradas que percibía como negativas o de desaprobación. Si bien tocar handpan era lo más bonito del mundo para mí, también estaba lleno de prejuicios al exponerme a la calle.
Con el paso de las semanas y los meses, desarrollé una relación muy especial con mi nueva vida. Siempre llevaba el handpan sobre los hombros, incluso cuando iba de compras. Aunque solo esperara dos minutos el siguiente metro, lo sacaba del bolso y tocaba. Para mí y para la gente. Vivía para dejar volar mis manos sobre el handpan. Aquí una foto mía tocando el handpan en la estación de metro Berlin Turmstraße mientras esperaba el metro, 2014.
Y así mi vida cambió cada vez más en la dirección que siempre había deseado. El tímido e inseguro Malte se convirtió en una persona que se atrevió a mirar en sus rincones más oscuros, a indagar en todos los puntos dolorosos, porque debajo yacen pequeñas y grandes heridas. Gracias a esto, comencé a sentirme yo mismo, a conocerme. Y esa es la música de la calle para mí: desarrollo personal y crecimiento interior.
A menudo nos preguntan dónde aprendimos a tocar. Si con profesores o viendo vídeos. Mi respuesta siempre es: Lo aprendí en la calle.
¡Gracias por formar parte de nuestra aventura con el handpan! Nos vemos pronto, Malte.